Pues… esta relación empezó cuando yo tenía unos 15-16 años.
Cuando empecé a ir a las fiestas de 15 de mis amigas. Empezamos tomando cocteles y poco a poco las fiestas dejaron de ser de 15 para salir después, muy emocionadas, a los rumbiaderos.
La cosa era relativamente normal. Empezamos a tomar aguardiente, aunque nunca llegué a ningún limite preocupante. Eso sí, tomaba mucho porque por alguna razón (quizás por lo entrenada que me volví con el tiempo), aguantaba mucho. No me emborrachaba con facilidad.
Y esto me daba un reconocimiento especial.
Pasaba feliz.
Y claro, era más extrovertida de lo normal, más habladora de lo normal y más loca de lo normal. Pero ni me lo cuestionaba.
Me daban unos guayabos atroces. Y esa sí era la parte más difícil. Mi día siguiente era casi nulo, de lo mal que me sentía. Físicamente estaba destruída y muchas veces, mental y emocionalmente también. Esa parte, le hacía muchísimo contrapeso a lo bien que la pasaba en las noches.
De los 18 a los 28, más o menos, fui muy fiestera, súper callejera. Me encantaba salir con mis amigas, con mis amigos. La época del colegio fue espectacular. En la universidad salíamos de fiesta de jueves a sábado. Siempre, siempre había plan. Era lo que hacíamos, y yo la verdad, lo disfrutaba muchísimo.
Solo tenía una amiga que no se tomaba ni un trago y eso siempre fue raro… como decía en el más reciente capítulo del podcast: es paradójico, que la persona que más explicaciones tiene que dar en una mesa, es la que mejores elecciones toma. Si… esa es la cultura en la que vivimos. Aquí se los dejo si lo quieren escuchar:
El caso es que llegando más a o menos a mis 27 o 28 fue cuando empecé a sufrir mucho del colon. Me dolía muchísimo el estómago cada que me tomaba un (o más bien unos cuantos) trago(s).
Empecé a notar lo mal que me caían otras cosas además del trago, pero tan acostumbrada estaba a tomar cada fin de semana, que cuando fui a donde el homeópata y me sugirió hacer una desintoxicación sin trago (OBVIO), le dije que no sabía si la iba a poder hacer.
Se había vuelto parte de mi vida esta dinámica. Y parecía ser, que ni siquiera por mi propia salud, estaba dispuesta a cambiarla.
Hasta que este dolor se volvió invivible.
Y me tocó dejar de tomar. Me tocó dejar ciertos alimentos, porque definitivamente mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos un cambio.
Y pues… TANTO me había identificado con el personaje de la mujer rumbera, con excelente actitud, que toma y aguanta mucho, que cuando hice este detox, los comentarios no se hicieron esperar.
Claro…
Había perdido una parte de mí.
Ya no era la misma.
Ya no hacía las mismas locuras.
Ya no era la que repartía aguardiente en las fiestas.
Ya no era la que raspaba plan.
Ya no era la Amalia que a muchos les gustaba.
Y me costó salir de ese personaje.
Hoy en día mis amig@s aún lo preguntan y lo extrañan. Y yo ya casi no veo a ese personaje…
A veces me enrumbo y tomo aguardiente y trasnocho y bailo como loca, pero no es como antes.
He tenido temporadas en las que no me tomo ni un solo trago y ha sido tan liberador (por contradictorio que parezca). Conocerme en ambiente de fiesta sin un trago es mágico. Es como: wowwww me caes demasiado bien.
Y me la paso pensando entre si lo mío es tomar cuando yo quiera, en moderación, siempre que salga una cervecita o un vino o radicalizarme y no tomar NADA. Volverme abstemia. Dejar el alcohol completamente.
Y lo cierto es que a una parte de mi le gusta esa idea. Pero hay otra parte de mi que le gusta la flexibilidad y la posibilidad de tomar cuando quiera y no hacerlo cuando no quiera. Para no meterme en casillas apretadas.
Luego pienso que de todas formas me estoy intoxicando… así sea en moderación.
Pero bueno, es parte de esa flexibilidad que tanto me gusta. Y este es un tema muy personal. Cada uno va encontrando la manera en que mejor le funciona, para cuidarse a si mismo lo mejor que pueda.
En Ayurveda no se recomienda el alcohol, es un tóxico evidentemente, pero hay dos cosas de las que sí se habla:
Si vamos a tomar, que sea en moderación. Sin excedernossss.
Si vamos a tomar, que siempre lo acompañemos con suficiente agua. Esto le ayuda a nuestro cuerpo a deshacerse de las toxinas. Lo sabemos. Lo retador es ponerlo en práctica.
Así pues… esta es la relación ambigua que he tenido y que tengo actualmente con el trago. La droga mejor socialmente aceptada.
Me encantaría leerl@s si este tema les despierta algo por dentro.
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Como siempre, gracias por estar aquí.
Último correo de enero.
Que no se nos pase el año volando.
Ni los días.
Que cada uno cuente.
Un abrazo grande.
Amalia